Sus hojas son gruesas, espinosas y de un verde grisáceo. El gel que contienen las hojas es antibacteriano y actúa especialmente sobre el estafilococo dorado y sobre varias especies de estreptococos.
El aloe es una planta crasa que acumula el agua en sus hojas y, por tanto, como toda planta crasa, requiere suelos secos, con la humedad justa. Los s riegos han de ser esporádicos y sólo cuando observemos que la tierra se ha secado.
Un exceso de agua de riego o de lluvia provocará que aparezcan síntomas de podredumbre en tallos y hojas, llegando a morir en poco tiempo.
Para tener éxito con el aloe es muy importante colocar esta planta en el lugar más soleado posible. Si carecemos de un interior soleado es mejor cultivar el aloe en un balcón orientado al sur.
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